El trauma no está solo en tu mente: por qué tu cuerpo guarda la memoria
- Rebecca Rinnert
- 9 jul
- 3 Min. de lectura

Aunque tu mente lo haya olvidado, tu cuerpo lo recuerda
Estás en una cafetería.Alguien habla en voz alta, ríe… y, de repente, sientes que tu corazón late más rápido, tu estómago se contrae y solo quieres salir de ahí.
Tu mente dice: “Estoy bien. No hay peligro.”Pero tu cuerpo no lo cree.
Si te sientes activado o incómodo en situaciones cotidianas —sin saber por qué—, es posible que tu cuerpo siga atrapado en modo supervivencia.
¿Qué significa que el cuerpo “guarda la memoria”?
La frase se hizo famosa gracias al libro de Bessel van der Kolk El cuerpo lleva la cuenta (The Body Keeps the Score). Y describe una verdad profunda:
El trauma no es solo un recuerdo del pasado. Es una huella en tu cuerpo, que sigue viva en el presente.
Cuando pasamos por una experiencia abrumadora y nuestro sistema nervioso no logra procesarla completamente, esa energía se queda “congelada” en el cuerpo.
Años después, pequeños estímulos pueden reactivar esas antiguas respuestas sin que lo notemos.
Cómo se queda el trauma atrapado en el cuerpo
Cuando percibimos peligro, nuestro sistema nervioso responde automáticamente con:
Lucha – defenderse, ponerse a la ofensiva
Huida – escapar o evitar la situación
Congelación – quedarse inmóvil o desconectado
Complacencia (submit) – calmar al otro para evitar conflicto
Si después no hay una sensación real de seguridad, esa respuesta queda incompleta y el cuerpo permanece en alerta.
Esto puede aparecer más tarde como:
Dolores musculares crónicos o tensión constante
Problemas digestivos o fatiga inexplicable
Ansiedad o hiperalerta aunque “no pase nada”
Sentimientos de desconexión emocional o vacío
5 prácticas somáticas para empezar a liberar el trauma

1. Escaneo corporal con amabilidad
Túmbate o siéntate en un lugar tranquilo. Recorre tu cuerpo con la atención, desde los pies hasta la cabeza, y observa qué sensaciones aparecen, sin juzgar.
2. Autotoque calmante
Coloca una mano sobre tu pecho y la otra sobre el abdomen. Respira profundamente. Este gesto puede enviar señales de seguridad a tu sistema nervioso.
3. Sacudidas suaves
Ponte de pie con las rodillas flexionadas y deja que tus brazos y piernas vibren o se sacudan ligeramente. Así es como muchos animales liberan el estrés después de una amenaza.
4. Zumbido o sonido “Voo”
Haz un zumbido profundo al exhalar. Esta vibración estimula el nervio vago y favorece la regulación.
5. Orientación consciente
Mira a tu alrededor lentamente. Encuentra algo en el espacio que te resulte agradable o neutral. Recuérdate: “Estoy aquí. Ahora estoy a salvo.”
Tu cuerpo no está roto. Solo estaba protegiéndote.
Las reacciones de tu cuerpo fueron inteligentes: te ayudaron a sobrevivir.Pero hoy puedes enseñarle algo nuevo: que ya no hay peligro.
Sanar no significa forzarte a olvidar o “ser fuerte”. Significa volver a habitar tu cuerpo con más calma y confianza.
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Preguntas frecuentes sobre el trauma en el cuerpo
¿Cómo saber si mi cuerpo guarda trauma?
Algunas señales comunes son:
Hipersensibilidad a ruidos, luces o contacto físico
Dificultad para relajarte, aunque estés cansado/a
Sensación de “desconectarte” o quedarte en blanco bajo estrés
Reacciones intensas a situaciones pequeñas, seguidas de culpa
Estas no son exageraciones: son mecanismos de protección que una vez fueron necesarios.
¿Se puede sanar el trauma aunque no lo recuerde?
Sí. No necesitas revivir el pasado para sanar. Las terapias somáticas trabajan con las sensaciones corporales y ayudan a que el sistema nervioso vuelva a un estado de calma.
¿Cómo liberar el trauma del cuerpo?
Técnicas como Somatic Experiencing (SE), TRE (Ejercicios para liberar la tensión y el trauma) o prácticas de respiración consciente ayudan a soltar la energía acumulada de forma segura y gradual.
Recursos
Van der Kolk, B. (2014). The Body Keeps the Score
Levine, P. (1997). Waking the Tiger: Healing Trauma
Porges, S. (2011). The Polyvagal Theory
Dana, D. (2018). The Polyvagal Theory in Therapy



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